Tiempo muerto, hijo de puta, de Víctor Blázquez

Víctor Blazquez es un autor que sorprende. En su trayectoria profesional como escritor hemos podido leer varias novelas de distintos géneros. Yo, porque soy así, me quedo con la saga de El Cuarto Jinete, que siempre me han gustado las historias de zombis, pero hay mucho más.

Tampoco quiero irme hacia novelas anteriores de este prometedor escritor, del que espero tener noticias en breve, en forma de historias tan intensas y sorprendentes como las que nos ha ofrecido hasta el momento. Pero estamos aquí para hablar de su libro, el último que he leído con su firma y que ha hecho que no me separe de él durante horas y que me ha durado, literalmente, dos días.

Tiempo Muerto, hijo de puta es una novela que arranca como lo harían tantas otras. Una historia de género negro que habla de lo dura que puede ser la vida de unos policías siempre en la cuerda floja, batiendo el cobre contra lo peor de la humanidad y buscando un resquicio por el que salir indemnes. Y esa primera parte es exactamente eso: una historia muy bien contada sobre la vida en la calle, sobre el enfrentamiento de personas que quieren seguir siendo íntegras en un mundo que hiede a miseria y que les sitúa más veces de las que les gustaría a bailar sobre una línea muy fina. La que separa la Ley del Caos.

Pero si fuera una novela de género negro, posiblemente sería una más. Condenadamente buena, vale, pero una más.

Víctor Blázquez nos lleva, de repente, a una situación inesperada y que a mí, lector experimentado del género, me sorprendió. Y a partir de ese momento la novela negra se convierte en otra cosa. No podría decir que se sale del género, sino que lo aborda de una manera diferente y muy original

Y, una vez más, cuando había aceptado las nuevas normas de juego, vuelve a  jugármela y dejarme ansioso por saber qué vendrá después. No hablo de un  giro sorpresivo, sino de una trama bien hilada que avanza y te lleva por donde no te esperas. 

Un libro que te atrapa y que no te deja descansar, porque cuando te lleva por un camino, cambia de rumbo y te vuelve a dejar con ganas de saber más.

Una historia cruda, que nos lleva con un protagonista que ve como su mundo se va rompiendo poco a poco y que cuando cree que comienza a recuperar el control  se encuentra con que la vida es mucho más hijaputa que él.

Esta novela es una de las últimas publicadas por Kelonia Editorial y representa una triste despedida de la editorial y de esos títulos que nos han acompañado a lo largo de los últimos años.




  

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