Enriqueta Martí. A muchos este nombre no les sonará de nada;
a otros les resultará vagamente familiar. Y luego está ese grupo de gente,
entre los que yo me incluyo, que ha tenido la ocasión de conocer la vida de
esta (o gran parte de ella) y todos los horrores que la rodean.
¿Y sabéis una de las cosas que más me ha sorprendido después
de conocer su historia? Que, en cierto sentido, he llegado a admirarla.
A admirar esa férrea fuerza de voluntad y esa confianza en
sí misma para ser capaz de conseguir todo lo que se propuso. Siendo mujer de
origen humilde y viviendo en la época en la que vivió.
Porque a pesar de ser el monstruo que fue, si existe un
rasgo destacable en ella es ese. Lástima que lo utilizó para convertirse en un ser
despreciable que, para conseguir sus objetivos,se sirvió de los
más débiles: los niños.
Aunque ella no es el único monstruo de esta historia. Ni
siquiera el peor. Su espeluznante negocio no hubiera funcionado sin sus
distinguidos clientes. Ellos sí que son MONSTRUOS con mayúsculas.
Nunca se podrían justificar todos los actos que realizó. Ni
su origen, ni su infancia, su relación con su padre,..
Algo tenía que haber ya en ella de retorcido y malo para
convertirse en lo que se convirtió.
En el fondo me gustaría pensar que en algún momento de su
vida, tuvo remordimientos por lo que hizo.
¿Que esos niños estaban mejor con ella que en las calles?
Como decía a veces. Puede que necesitara creer que así era. Aunque yo no estoy
para nada segura de eso. Un monstruo que existió por mucho que quiera ocultarse. Que
no hay que buscar lejos de aquí. Porque aquí también tenemos monstruos.
¿Os atrevéis a asomaros a la vida de la Vampira del Raval o
La Ropavejera? Id dejando el corazón y los escrúpulos en el cajón.
Enriqueta Martí Ripoll, nació en 1868 y murió en 1913. De
origen muy humilde, a muy tierna edad y tras la marcha de su madre, tuvo que
ocupar el lugar de esta en todos los sentidos.
Esa relación incestuosa con su padre, su ambición, escapar
de todo, hizo que se fuera de casa a temprana edad.
Se dedicó a al prostitución, pero era una mujer muy
ambiciosa y aspiraba a muchísimo más.
Con paciencia y tesón, fue consiguiendo poco a poco lo que
se propuso. Su conocimiento de los bajos fondos le fue de muchísima utilidad.
Y entonces tuvo una idea que cambió su vida: ofrecer a gente
con muchos recursos niños y niñas para sus fantasías ocultas.
Aunque eso no fue todo: también fabricaba pócimas y
ungüentos con su sangre y su grasa.
Con el tiempo consiguió una importante clientela y, con
grandes riesgos, se iba proveyendo de niños y niñas de la calle. Hasta que se arriesgó demasiado y fue atrapada.
Terminó sus días en la cárcel. ¿Asesinato o muerte por
enfermedad? Siempre quedará esa duda.
Su diario, donde apuntaba todo lo relacionado con su negocio
y sus clientes, nunca apareció.
Se podrían escribir tantas cosas sobre este fascinante
personaje. Y este libro cuenta, no solo sus crímenes, si no toda su vida. Desde
su nacimiento a su muerte. Un retrato bastante profundo de su vida y su
personalidad. Una buena oportunidad de conocerla a fondo y entenderla. Si eso
es posible.
Fríamente, muy fríamente, y esto me cuesta decirlo, puedo
llegar a entender algunas de las cosas que hizo. Nunca justificarlas o
aceptarlas. Eso me convertiría en un monstruo como ella.
Aunque, reconocedlo, todos tenemos una parte oscura y si
dejáramos salir a esa parte, ¿hasta dónde empatizaríamos con ella? Da miedo
pensarlo, ¿verdad?
Arthur Conan Doyle, Enriqueta y el espiritismo. ¿Una
adivinanza? Encontraréis la respuesta entre las páginas de este libro.
Real o ficción, nada está fuera de lugar en la historia
contada de esta singular mujer.
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