Cuando nos presentan un libro, en
este caso algo tan osado como una trilogía de novela erótica, como “La trilogía
de la que habla todo el mundo”, en especial las mujeres, está claro que es una
herramienta de marketing dirigida a convertir la obra en un bestseller por la
vía rápida.
No
lo pude resistir y compré el primero y el segundo. Empecé la lectura con
verdadero interés por ver que es lo que realmente interesaba a las mujeres de
nuestro siglo en el terreno erótico, para descubrir lo que era el “porno para
mamás” y la verdad es que una vez
finalizada la segunda parte de la trilogía (creo que la tercera tendrá que
esperar a que respire un poco de aire
fresco y buena literatura) sigo sin entenderlo. En algún momento me llega a
ofender que a esto se le llame “porno
para mamás”.
¿Realmente son
estas las fantasías que tenemos las mujeres?
Analicemos
cualquier lectora tipo:
1.
Mujer perteneciente
a una franja de edad entre los 30 y los 40, con una vida sexual activa y
variada a lo largo de los años.
2.
Mujer que ya
supera la barrera de los 45, con una vida sexual tal vez (solo digo tal vez) un poco menos activa pero con
el bagaje que da la experiencia de los años.
3.
Mujer muy joven
situada entre los 20 y los 30 en la que su sexualidad se está enriqueciendo de
experiencias.
4.
La verdad, no
me imagino a mi madre leyendo a sus 83 años este tipo de literatura.
Bien, yo como
mujer a punto de aterrizar en el grupo 2 opino que respecto al personaje
femenino, Anastasia, me parece una chica demasiado… todo: joven, guapa, tímida,
cándida, inexperta (virgen), temerosa a la vez que atrevida, enamoradiza,
inconsciente, con un apetito sexual insaciable, etc. En mis lecturas siempre me
han resultado atractivos los personajes que en cierta medida son creíbles.
Incluso en la literatura de ficción resulta interesante no cuestionarse en cada
párrafo la veracidad del personaje. En
el caso de Anastasia me he pasado toda la novela poniendo en duda su
credibilidad, sus decisiones, sus pensamientos… por no hablar de la posibilidad
de identificarme con Anastasia… imposible.
Nuestro
Christian Grey ¿también es un poco “demasiado”?: rico, guapo, todo lo sabe
hacer, todo lo tiene, bueno y malo a la vez, controlador, protector, una
máquina del sexo, pervertido, etc. ¿Realmente queremos un Christian en nuestra
vida?, ¿Realmente leemos la novela deseando encontrarnos en el lugar de
Anastasia?... la verdad es que no es mi tipo.
Sobre las
mujeres del grupo 3… prometo investigar, creo que lo tendré fácil, ya comentaré
al respecto. Y sobre las del grupo 4, dudo que me atreva a dárselo a leer a mi
madre, si alguna decide hacerlo, le invito a que me mande los comentarios, nos
resultarán muy interesantes.
En el aspecto
literario no quisiera meterme en un terreno en el que muchos opinareis que no
debo entrar, pero me voy a atrever a dar mi modesta opinión.
La acción en
general me parece demasiado previsible, se le ve venir, eso si, no deja de
llamarme la atención la candidez de la pobre Anastasia que parece no enterarse
de nada. Una historia con pocas sorpresas para mí.
Desde mi punto
de vista, para ser una novela que alcance una calidad razonable tiene muchas
carencias. En cuanto a las descripciones de las escenas eróticas y las
ambientaciones en general encuentro a la
escritora un poco pobre en cuanto a la riqueza de su léxico. Es importante no
acabar aburriendo al lector con el uso de los mismos adjetivos para definir
unos ojos, un cuerpo, un cabello, una sensación o una reacción ante algo. Está
claro que la novela erótica ofrece sexo,
pero… tanto, tan plano, tan repetitivo en la forma de narrarlo (porque está
claro que en cuanto a las experiencias sados la chica se ha documentado). Pero
luego las acciones sexuales siempre están narradas de la misma manera,
transcurren con el mismo ritmo.
Si tenemos en
cuenta que el objetivo de la novela erótica es excitar al lector, se me ocurren
escenas de novelas (incluso no eróticas), algunas de ellas llevadas al cine que
me han hecho humedecer con muchísima intensidad y rapidez, cosa que E.L. James
no ha conseguido con sus Cincuenta sombras (por el momento).
Recordáis la
escena de “El piano” en la que ella toca para él que se encuentra escondido
bajo el piano. Nuestro protagonista masculino sube sus faldas y se deleita
mirando y acariciando la blanca y tersa piel que asoma por el pequeño agujerito
de la tupida media que cubre las piernas de la chica. O dentro de los chicos
malos, recordamos el “Drácula” de Bram Estoquen, tanto en la versión literaria
como cinematográfica, la pasión del amor prohibido y peligroso que une a los
amantes. La sensualidad implícita en muchos pasajes de In “the mood for love”…
Seguro
que si rebuscáis en el fondo de vuestra librería encontráis escenas mucho más excitantes y placenteras que las que nos
transmite el tándem formado por Christian y Anastasia. Os invito a compartirlas
con nosotros.
Pilar Aleixandre
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