Cincuenta Sombras de Grey y Cincuenta Sombras Más Oscuras, de E.L. James



 Cuando nos presentan un libro, en este caso algo tan osado como una trilogía de novela erótica, como “La trilogía de la que habla todo el mundo”, en especial las mujeres, está claro que es una herramienta de marketing dirigida a convertir la obra en un bestseller por la vía rápida.
         No lo pude resistir y compré el primero y el segundo. Empecé la lectura con verdadero interés por ver que es lo que realmente interesaba a las mujeres de nuestro siglo en el terreno erótico, para descubrir lo que era el “porno para mamás”  y la verdad es que una vez finalizada la segunda parte de la trilogía (creo que la tercera tendrá que esperar  a que respire un poco de aire fresco y buena literatura) sigo sin entenderlo. En algún momento me llega a ofender que a esto se le llame “porno para mamás”.
¿Realmente son estas las fantasías que tenemos las mujeres?
Analicemos cualquier lectora tipo:
1.   Mujer perteneciente a una franja de edad entre los 30 y los 40, con una vida sexual activa y variada a lo largo de los años.
2.   Mujer que ya supera la barrera de los 45, con una vida sexual tal vez (solo digo tal vez) un poco menos activa pero con el bagaje que da la experiencia de los años.
3.   Mujer muy joven situada entre los 20 y los 30 en la que su sexualidad se está enriqueciendo de experiencias.
4.   La verdad, no me imagino a mi madre leyendo a sus 83 años este tipo de literatura.
Bien, yo como mujer a punto de aterrizar en el grupo 2 opino que respecto al personaje femenino, Anastasia, me parece una chica demasiado… todo: joven, guapa, tímida, cándida, inexperta (virgen), temerosa a la vez que atrevida, enamoradiza, inconsciente, con un apetito sexual insaciable, etc. En mis lecturas siempre me han resultado atractivos los personajes que en cierta medida son creíbles. Incluso en la literatura de ficción resulta interesante no cuestionarse en cada párrafo la veracidad del personaje.  En el caso de Anastasia me he pasado toda la novela poniendo en duda su credibilidad, sus decisiones, sus pensamientos… por no hablar de la posibilidad de identificarme con Anastasia… imposible.
Nuestro Christian Grey ¿también es un poco “demasiado”?: rico, guapo, todo lo sabe hacer, todo lo tiene, bueno y malo a la vez, controlador, protector, una máquina del sexo, pervertido, etc. ¿Realmente queremos un Christian en nuestra vida?, ¿Realmente leemos la novela deseando encontrarnos en el lugar de Anastasia?... la verdad es que no es mi tipo.


Sobre las mujeres del grupo 3… prometo investigar, creo que lo tendré fácil, ya comentaré al respecto. Y sobre las del grupo 4, dudo que me atreva a dárselo a leer a mi madre, si alguna decide hacerlo, le invito a que me mande los comentarios, nos resultarán muy interesantes.


En el aspecto literario no quisiera meterme en un terreno en el que muchos opinareis que no debo entrar, pero me voy a atrever a dar mi modesta opinión.


La acción en general me parece demasiado previsible, se le ve venir, eso si, no deja de llamarme la atención la candidez de la pobre Anastasia que parece no enterarse de nada. Una historia con pocas sorpresas para mí.
Desde mi punto de vista, para ser una novela que alcance una calidad razonable tiene muchas carencias. En cuanto a las descripciones de las escenas eróticas y las ambientaciones en general  encuentro a la escritora un poco pobre en cuanto a la riqueza de su léxico. Es importante no acabar aburriendo al lector con el uso de los mismos adjetivos para definir unos ojos, un cuerpo, un cabello, una sensación o una reacción ante algo. Está claro que la novela erótica  ofrece sexo, pero… tanto, tan plano, tan repetitivo en la forma de narrarlo (porque está claro que en cuanto a las experiencias sados la chica se ha documentado). Pero luego las acciones sexuales siempre están narradas de la misma manera, transcurren con el mismo ritmo.
Si tenemos en cuenta que el objetivo de la novela erótica es excitar al lector, se me ocurren escenas de novelas (incluso no eróticas), algunas de ellas llevadas al cine que me han hecho humedecer con muchísima intensidad y rapidez, cosa que E.L. James no ha conseguido con sus Cincuenta sombras (por el momento).
Recordáis la escena de “El piano” en la que ella toca para él que se encuentra escondido bajo el piano. Nuestro protagonista masculino sube sus faldas y se deleita mirando y acariciando la blanca y tersa piel que asoma por el pequeño agujerito de la tupida media que cubre las piernas de la chica. O dentro de los chicos malos, recordamos el “Drácula” de Bram Estoquen, tanto en la versión literaria como cinematográfica, la pasión del amor prohibido y peligroso que une a los amantes. La sensualidad implícita en muchos pasajes de In “the mood for love”…
Seguro que si rebuscáis en el fondo de vuestra librería encontráis escenas mucho  más excitantes y placenteras que las que nos transmite el tándem formado por Christian y Anastasia. Os invito a compartirlas con nosotros. 

Pilar Aleixandre



 

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